En el corazón del Barrio Gótico de Barcelona se esconde uno de los restaurantes más antiguos de la ciudad, el Can Culleretes, fundado en 1786.
Este restaurante no solo es el más antiguo de Cataluña, según el Libro Guinness de los Récords, sino también uno de los más antiguos de España. Su historia está intrínsecamente ligada a la tradición culinaria catalana, manteniendo viva la esencia de la cocina de hace más de dos siglos.
El restaurante que te transporta al pasado
Can Culleretes es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Al cruzar sus puertas, los comensales son transportados a una Barcelona que ya no existe, salvo en la memoria de este histórico local. Las paredes del restaurante, adornadas con cuadros y fotografías antiguas, hablan de una época en la que la vida en la ciudad se desarrollaba a un ritmo más pausado. Las mesas, cubiertas con manteles de cuadros y rodeadas de sillas de madera robusta, refuerzan la sensación de estar en un lugar anclado en el pasado, donde el ruido del comedor se ve suavizado por la amabilidad del personal y la calidez de la atmósfera.
La comida tradicional es el alma de Can Culleretes. El menú, sin pretensiones pero cargado de autenticidad, ofrece una experiencia culinaria que va más allá del simple acto de comer. Los platos que se sirven aquí son el reflejo de una cocina que ha sido transmitida de generación en generación, sin perder su esencia a pesar del paso del tiempo. Entre las especialidades de la casa destacan la escudella catalana, un plato ideal para los días de invierno, y los canelones a la catalana, un clásico que nunca pasa de moda.
El fricandó de ternera, una receta tradicional elaborada con carne tierna y una salsa rica en sabores, y el pollo y cordero al horno, cocinados con esmero para lograr un sabor profundo y auténtico, son otros de los platos que definen la oferta gastronómica de este icónico restaurante. La carta también incluye otras delicias tradicionales como la tripa con capipota, los callos, la escalivada y la botifarra con judías blancas, todos ellos platos que muestran la riqueza y diversidad de la cocina catalana.
Uno de los detalles que más sorprenden a los visitantes es la crema catalana, un postre emblemático que se sirve en tarrinas de acero inoxidable, tal como se hacía antiguamente. La superficie crujiente de azúcar quemada, que contrasta con la textura suave de la crema, logra un equilibrio perfecto entre dulce y salado, respetando la receta tradicional.
Antigüedad y autenticidad
Desde 1958, Can Culleretes está regentado por la familia Agut-Manubens, quienes han sabido preservar la esencia del restaurante a lo largo de los años. A pesar de la creciente competencia en el ámbito turístico, el local ha mantenido su autenticidad, atrayendo tanto a locales como a turistas que buscan una experiencia gastronómica que los conecte con la Barcelona de antaño.
Can Culleretes no es solo un restaurante, es un testimonio de la historia culinaria de Cataluña. Su capacidad para mantener la tradición en un mundo en constante cambio lo convierte en un lugar único, donde cada plato es una ventana al pasado y cada bocado una celebración de la cocina tradicional catalana. La experiencia en este emblemático local es, sin duda, un viaje en el tiempo que invita a disfrutar de los sabores de una Barcelona que, aunque ha cambiado, sigue viva en el corazón de Can Culleretes.