Las renuncias a herencias están alcanzando cifras jamás registradas en España. Lo que en su día se trataba de un fenómeno aislado, se ha convertido ahora en tendencia. Y no porque las familias lleguen a pasar de ser un colectivo con estrechos nexos, a ser ahora distanciados en cuanto a unas relaciones íntegras, sino por un fenómeno más sencillo (aunque más mundano) que es precisamente el de las deudas. Heredar no significa sinonimia de bonanza.
Actualmente, la mayor parte de las personas lo entienden como una carga. Cuando muere alguien, no sólo lleva a la sucesión la riqueza o los bienes materiales, sino también que deja las deudas pendientes. Los herederos, en lo que respecta a aceptar el legado, se pueden encontrar con las desagradables sorpresas que deja el muerto, por ejemplo, tener que respaldar el uso de préstamos impagados, hipotecas por liquidar. Así que, a veces, decidirse por el “no, gracias”. Pero no sólo hay deudas a las que hay que enfrentarse. Hay también la cuestión de los muy altos impuestos que deben abonar algunas Comunidades Autónomas.
En algunas Comunidades Autónomas como Andalucía o Asturias, esos impuestos están tan altos, que pueden llegar a ser prohibitivos y convertirse en problema, en lo que debería ser una solución económica. Motivos que explican tal renuncia a las herencias, casi el motivo es el claro: las deudas. Heredar implica aceptar tanto los bienes, riquezas, como las obligaciones de todos tipos de carácter económico que dejó el fallecido. Las deudas, si llegando a ser mayores que el valor de los activos, aceptando la herencia, se puede convertir en mala decisión.
El incremento de las herencias
Hay que tener en cuenta también los impuestos de sucesiones y donaciones. Si bien varía dependiendo de la distinta comunidad autónoma, muchas veces alcanzan cifras lo suficientemente altas como para tambalear a cualquier economía, a cualquier economía familiar. Ciertos herederos llegan a la sombría situación de abonar, incluso, impuestos y deudas, de forma que el remanente sería casi irrelevante. Y el otro factor importante es el proceso judicial. Renunciar a una herencia no es tan fácil como decir que no. Hay que hacerlo ante notario o ante el juzgado. Aparte, y es de suma importancia, tal renuncia ha de ser total. Lo que quiere decir que no puedes quedarte el dinero para gastos de sepelio, pero heredar el inmueble, etc. Por lo que la renuncia a la herencia es una decisión «todo o nada».
Consecuencias de la renuncia a la herencia
Al renunciar a la herencia, los bienes serán parte de la masa de la próxima generación de herederos (los deudos de la herencia). Estos se verán ante la disyuntiva de aceptar el derecho de sucesión requiriendo los bienes detentados por el fallecido (aunque existan cargas y deudas) o renunciar a la herencia. Si toda la familia renuncia a ésta, el Estado se verá subrogado con el conjunto de los bienes y las deudas, lo catastrófico. Por esto, es básico para el reclamante el estudio exhaustivo de todos los datos previos al momento de tomar la decisión. La consulta de los abogados especializados desde el principio puede hacer la diferencia entre el éxito o la catástrofe. Ello servirá para ayudar a la persona a escoger lo más conveniente, eliminando riesgos y sorpresas. Las herencias que en el pasado eran los símbolos de riqueza, hoy se han convertido en loterías de premios que adolecen de preocupantes consecuencias. Así pues, si te llega la noticia del fallecimiento de alguien que te deja herencia, mejor revisar la letra pequeña, ¡más vale prevenir que lamentar!