Cuando una persona muy querida muere, más allá del dolor, llega la hora de dar lugar a la repartición de sus bienes, y sin entrar en el terreno de la broma, es precisamente ahí donde las disputas de los herederos pueden desembocar en el estallido de una auténtica guerra por la herencia.
Curiosamente, la verdad es que, tal como afirman muchos expertos en la materia, este tipo de peleas de familia no son para nada raras, todo lo contrario, son más comunes de lo que a veces nos creemos. La principal chispa del conflicto suele ser la sensación de que “alguien se lleva más de la cuenta”. Hermano contra hermano, sobrinos que reclaman lo que les corresponde, tíos que miran de reojo y hasta el cónyuge puede poner el grito en el cielo si entiende que la repartición no es justa.
Y si para colmo de males el fallecido no dejó testamento la cosa se complica aún más porque entra en escena el Código Civil español con sus reglas para la repartición de bienes.
La herencia cuando no hay testamento
Los expertos no se cansan de avisar: «¡Hagan testamento, por favor!». Porque evidentemente, de lo contrario, la herencia toma la forma de un campo de batalla. Aun cuando haya testamento, eso sí, las peleas no están exentas. Cuando no hay testamento los motivos pueden ser de lo más variopintos, por ejemplo, el hijo fallecido que deja una pareja, a esta última le correspondería el usufructo de ciertos bienes, y ahí es precisamente donde el conflicto va tomando forma.
¿Y si un hermano decide quedarse con la parte de la herencia sin consultar a nadie? Peor aún, ¿qué pasa si uno de los herederos se queda con una vivienda que no le corresponde? Con todos estos casos, el malestar puede extenderse y la situación volverse incómoda para todos los miembros de la familia.
Acuerdo, la mejor forma en un conflicto por una herencia
En la mayoría de los casos, los herederos suelen intentar llegar a un acuerdo de forma pacífica para evitar que el conflicto desemboque en los juzgados. Y ahí es donde entra en juego la labor de los especialistas en herencias y sucesiones. Sabéis que estos profesionales pueden ayudar a las partes en la búsqueda de la solución más justa y que se ajuste a derecho, con el objetivo de no perder el control de la situación.
Ahora bien, cuando el diálogo se agota y las partes no alcanzan un consenso, no queda otra que dar el salto a los juzgados, de manera que un juez será la persona encargada de repartir el pastel para garantizar que todos se lleven una parte justa. Eso sí, un proceso judicial no es en absoluto fácil ni rápido, ya que los peritos van a tener que tasar cuidadosamente los bienes para intentar que la distribución sea lo más equitativa posible.
La falta de testamento no solo genera dolores de cabeza, sino que puede generar malas relaciones entre los miembros de una familia. Porque la verdad es que lo mejor es ser previsor y dejarlo todo atado antes de marchar. En el fondo, organizar los bienes y detallar quién se queda qué es un método simple y muy efectivo para ahorrarle a nuestros seres queridos una confusión en la que te puedes ver en el fondo. En el fondo, ¡como para que, además de tener que decir adiós, haya más drama!