Cuando una persona muere sin herederos y sin dejar testamento, los bienes que quedan sin dueño y, eventualmente, acaban en manos del Estado. A este proceso se le llama «herencia yacente«, y aunque parezca algo muy alejado tiene una importante implicación económica para las arcas públicas, dado que, si nadie los reclama, Hacienda se queda con todo lo que haya y además no es ninguna nimiedad la cifra de dinero que se obtiene.
La cantidad que se obtiene en estos últimos años por este concepto ha sido millonaria de verdad y el proceso en cuestión está totalmente mediado por la Administración General del Estado. La gestión de las herencias no reclamadas no es una cosa sencilla. Abarca varios pasos, desde el momento en que se identifican los bienes hasta su venta o liquidación para que se pueda obtener el dinero que, una vez acumulado, será parte de los fondos públicos.
De hecho, si a lo largo de los 30 años no se ha producido reclamación de la misma, Hacienda se encargará de hacerla liquidar y todo lo que de ella se obtenga, irá a parar a las arcas del Estado. Y, además, para que esto funcione, la ley también permite que los ciudadanos puedan colaborar en este proceso por compensarlo con una recompensa.
Cómo se gestionan las herencias no reclamadas
Cuando no existen herederos legítimos, los bienes del difunto pasan a formar parte de la herencia del Estado. Se llama herencia yacente. Desde el momento en que estos bienes sean calificados como tales, la actuación del proceso empieza por la identificación de todos los activos del causante como puede ser, bien viviendas, cuentas corrientes, vehículos o cualquier otro tipo de bien que pueda tener un mínimo valor. Una vez delimitados se evalúan y, en muchas ocasiones, se ponen a la venta para poder convertirse en metálico. Y, claro está, el dinero no se queda en la indefinición. Todo lo que provenga, es claro que irá a parar a las arcas públicas.
Dada la procedencia de parte del capital de activos cuya titularidad nadie ha reclamado, el Estado se encargará de la gestión de tales bienes, haciéndolo de forma responsable. Entendiendo que las subastas públicas y el resto de procedimientos liquidatarios producen una obtención de máxima rentabilidad económica de cada bien.
Las herencias yacentes: un negocio para el Estado
De acuerdo con ciertos datos otorgados por el Ministerio de Hacienda, 187 personas presuntamente muertas y que no dejan herederos y testamento válido en el período comprendido entre 2019 y 2023 supuso un importe total de 18.119.115 euros que ingresó en las arcas del Estado; no es un importe nada desdeñable, lo que da a entender que el proceso de gestión de herencias yacentes puede resultar un recurso relevante en el presupuesto de las cuentas públicas. Si el proceso por el cual cada persona se encarga de obtener los bienes que le corresponden parece frío y burocrático existan alicientes para la colaboración ciudadana. El Real decreto 1373/2009 establece que se puede obtener hasta el 10 % de lo que se obtiene de la herencia yacente para quienes involucren sobre la existencia de las herencias yacentes en un aspecto informante. Es un ‘premio’ a la colaboración para facilitar la obtención de bienes olvidados por el Estado y por aquellos que informan.