Recibir una herencia no siempre trae buenas noticias, por mucho que sea considerado como un beneficio asociado a la siempre lamentada pérdida de un ser querido. Sin embargo, puede ser que la herencia traiga consigo consecuencias negativas en forma de pérdidas y deudas del fallecido y que debemos asumir, por lo que, sumado a lo costoso y embolado del proceso, se puede optar por el camino de renunciar o rechazar dicha herencia, algo que realizan hasta un 15% de los herederos en España.
Se trata de una decisión individual y que debemos tomar por completo, porque no se puede coger una parte de la herencia y rechazar la otra porque no nos convenga. No es posible, además, aceptar una herencia sin tener constancia de ello, por lo que habrá que comparecer ante notario y bien aceptar o renunciar al testamento y lo que nos corresponda tras el deceso de un ser querido que nos haya incluido en él.
Así se renuncia a una herencia
Rechazar una herencia es un derecho que todos tienen, independientemente de quién sea el heredero. Para llevar a cabo este proceso, es esencial formalizarlo expresamente ante un notario, presentando documentos como el certificado de defunción, el testamento o la declaración de herederos. Este procedimiento suele implicar un coste medio de aproximadamente 50 euros. Además, se tiene el llamado «derecho a deliberar», que permite examinar el estado de la herencia antes de tomar la decisión de aceptarla o rechazarla.
El Código Civil no establece un plazo específico para renunciar a una herencia, y la repudiación no es posible antes del fallecimiento. Se debe esperar al menos 9 días después de la muerte del testador para ejercer esta renuncia. Si no se emite una respuesta en un plazo de 30 días naturales, se entenderá que se acepta la herencia de manera gratuita. También existe la opción de renunciar a favor de otra persona, aunque en este caso se deben pagar impuestos de sucesiones y donaciones.
Consecuencias de rechazar una herencia
Al renunciar a una herencia, en primer lugar, estás renunciando cualquier derecho o beneficio financiero que la herencia pudiera haber proporcionado. Esto puede incluir activos financieros, propiedades, inversiones y otros bienes que formen parte de la herencia, aunque siempre depende de lo que haya dejado el fallecido.
Esta potencial pérdida de derechos y beneficios también puede darse si renunciamos, de cara a nosotros, pero no para el resto de herederos, que en ese caso se distribuirán las ganancias entre ellos, dando como resultado un mayor porcentaje, de acuerdo con las leyes de sucesión o el testamento. Esto podría afectar las relaciones familiares, especialmente si algunos herederos sienten que han asumido una carga financiera adicional.
El motivo de rechazar una herencia es que, al aceptarla, lo haces también con cualquier deuda o responsabilidad financiera asociada con los activos de la herencia. Al renunciar te liberarías, pero el resto de herederos tendrán que asumirlas y los problemas familiares pueden florecer aquí, pudiendo afectar la renuncia a una herencia a tu situación fiscal personal.
Además, podemos tener que asumir las consecuencias de procedimientos legales y costes extra, ya que : rechazar una herencia puede requerir procedimientos legales específicos y, en algunos casos, es posible que necesites la asistencia de un abogado para completar la renuncia de manera adecuada. Por último, cabe la opción de que tengamos cambios en la distribución de los bienes entre los herederos restantes, incluso si hay disposiciones específicas en el testamento. Los herederos subsiguientes pueden recibir más de lo que originalmente se había planeado.