La eficiencia en la cocina se ha vuelto una necesidad, y la práctica de congelar y recongelar comida es común. Sin embargo, esto ha generado preguntas recurrentes sobre si realmente seguro descongelar y volver a congelar los alimentos.
Un estudio reciente realizado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ha arrojado luz sobre qué efectos tiene esta práctica sobre la calidad y la seguridad de lo que consumimos, proporcionando respuestas que podrían cambiar la manera en que manejamos nuestros alimentos en casa.
Los peligros de recongelar comida
Los resultados de este estudio, sumados a las observaciones de expertos en seguridad alimentaria, sugieren que congelar y recongelar alimentos puede ser seguro si se siguen ciertos pasos. Pero no se trata solo de una cuestión de seguridad, ya que también entra en juego la calidad de los alimentos.
Donald Schaffner, profesor de microbiología alimentaria de la Universidad de Rutgers, destaca que aunque el proceso puede degradar la calidad de los alimentos, no necesariamente los vuelve peligrosos para el consumo.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que el método de descongelación es crucial para garantizar la seguridad al volver a congelar los alimentos. Según el USDA, descongelar en el refrigerador es la opción más segura, ya que mantiene la temperatura en un rango donde los patógenos no pueden proliferar. Esto significa que si un alimento se ha descongelado en el refrigerador, es seguro volver a congelarlo, aunque su textura y sabor puedan verse afectados.
La descongelación rápida, como la realizada en el microondas o en un baño de agua fría, es otra opción, pero con la advertencia de que estos alimentos deben ser cocinados inmediatamente antes de considerarse aptos para su recongelación. Las carnes crudas, especialmente las más perecederas como la carne molida o el marisco, deben ser recongeladas en un plazo máximo de dos días, mientras que los cortes más grandes de carne roja pueden mantenerse seguros hasta por cinco días antes de volver a ser congelados.
La congelación no mata las bacterias
Es importante tener en cuenta que, aunque la congelación detiene el crecimiento bacteriano, no elimina las bacterias existentes. Esto subraya la importancia de evitar que los alimentos permanezcan en la llamada «zona de peligro» (entre 4 y 60 grados Celsius) por más de dos horas en total, especialmente cuando se congelan y descongelan repetidamente. En ambientes cálidos, este tiempo se reduce a solo una hora.
Aunque algunos alimentos soportan bien el proceso de recongelación, otros no tanto. Carnes crudas y aves, gracias a su composición proteica y contenido de grasa, tienden a recongelarse sin perder demasiada calidad. Por otro lado, productos lácteos como el queso y la leche sufren notables deterioros en su textura y sabor, volviéndose granulosos y acuosos tras repetidos ciclos de congelación y descongelación.
Los productos horneados, así como las sopas y guisos, suelen ser más resistentes a estos cambios, por lo que son buenos candidatos para la recongelación. En el caso de los lácteos, una solución propuesta es congelarlos cocinados dentro de platos completos, como burritos o macarrones con queso, para mitigar la pérdida de calidad.
Por tanto, congelar y recongelar alimentos no tiene que ser un proceso peligroso si se hace con cuidado. Siguiendo pautas de descongelación y recongelación seguras, y siendo conscientes de los efectos en la calidad, es posible mantener la seguridad alimentaria sin sacrificar el sabor o la textura de los alimentos. Este estudio y las recomendaciones de expertos podrían transformar la forma en que gestionamos nuestra cocina, permitiéndonos aprovechar al máximo nuestros alimentos sin riesgos innecesarios.