Las altas temperaturas de verano, representan un riesgo significativo, especialmente para las personas con diabetes y con niveles elevados de glucosa en sangre.
Estos episodios de calor extremo pueden desencadenar efectos adversos en la regulación de la glucosa en sangre, complicando aún más la gestión de esta enfermedad crónica. Entender cómo el calor afecta a los niveles de glucosa y qué precauciones tomar es esencial para evitar complicaciones graves.
Los golpes de calor y los niveles de glucosa
Las olas de calor no solo incrementan la temperatura corporal, sino que también alteran el equilibrio natural del organismo, afectando su capacidad para utilizar la insulina de manera eficaz. Este desajuste puede provocar fluctuaciones en los niveles de glucosa, lo que aumenta el riesgo de episodios de hiperglucemia o hipoglucemia, según la Federación Española de Diabetes. Por lo tanto, es crucial que las personas con diabetes monitoricen sus niveles de glucosa con mayor frecuencia durante los días calurosos, ajustando tanto la dosis de insulina como la alimentación en función de los resultados obtenidos.
En este contexto, los sistemas de monitorización flash de glucosa, que ofrecen lecturas continuas en tiempo real, se vuelven herramientas imprescindibles para tomar decisiones informadas sobre el manejo de la diabetes. Estos dispositivos permiten detectar cambios en los niveles de glucosa antes de que se conviertan en un problema grave, ofreciendo la oportunidad de realizar ajustes inmediatos en la terapia.
Los golpes de calor, definidos como un aumento súbito de la temperatura corporal por encima de los 40 grados, son particularmente peligrosos para las personas con diabetes. Este grupo de población enfrenta dificultades adicionales para regular su temperatura corporal debido a las complicaciones que puede acarrear la diabetes, como el daño a los nervios y a los vasos sanguíneos, que interfieren con el funcionamiento de las glándulas sudoríparas.
La incapacidad para enfriarse adecuadamente puede llevar al agotamiento por calor o, en casos más graves, a un golpe de calor, una emergencia médica que requiere atención inmediata. Los síntomas iniciales de un golpe de calor incluyen dolor de cabeza, sed extrema, debilidad muscular, náuseas y vómitos, alteraciones del estado de ánimo, sudoración profusa, y una piel fría y húmeda. En situaciones extremas, pueden producirse hemorragias nasales, pérdida de la consciencia e incluso la muerte.
Prevención y cuidados esenciales
Para mitigar los riesgos asociados con el calor, es fundamental que las personas con diabetes sigan una serie de recomendaciones específicas. Evitar la exposición directa al sol durante las horas de mayor radiación, al igual que mantenerse bien hidratado, principalmente bebiendo agua. Cabe recordar que las bebidas alcohólicas y azucaradas deben evitarse, ya que promueven la deshidratación y complican el control de la diabetes.
Además, es importante vestirse con ropa ligera, transpirable y de colores claros, que absorban menos el calor. La actividad física, aunque beneficiosa, debe realizarse en las horas más frescas del día para evitar un esfuerzo excesivo que pueda descompensar el nivel de glucosa en sangre.
En caso de experimentar síntomas de un golpe de calor, es vital actuar con rapidez. Buscar un lugar fresco y sombreado, aplicar paños húmedos en la cabeza y el cuerpo, mantener la cabeza elevada y beber agua en pequeñas cantidades son medidas que pueden ayudar a estabilizar la situación. Si los síntomas persisten, es imperativo buscar asistencia médica llamando al 112.
Debes saber que el calor también puede afectar a los equipos utilizados para el control de la diabetes. Es esencial no exponer la insulina, los medicamentos orales y los dispositivos de monitoreo a la luz solar directa ni a altas temperaturas, como las que se pueden encontrar dentro de un coche estacionado al sol. Durante los viajes, se recomienda transportar estos elementos en neveras portátiles, pero evitando el contacto directo con el hielo.
Por tanto, las altas temperaturas representan un desafío significativo para las personas con diabetes, afectando tanto a su salud como a la eficacia de sus herramientas de control. Tomar precauciones adecuadas es fundamental para evitar complicaciones graves durante los meses de verano.