Gabriel Serra y Sedi Behvarrad, un matrimonio que vivió sus últimos días en la habitación 475 del hospital Son Llàtzer, en Palma de Mallorca, han querido tener un acto de generosidad, y han donado su herencia al hospital, con el objetivo de que estos usen el dinero para que este sea destinado al cuidado de personas enfermas terminales.
Allí, separados por una simple cortina, compartieron con otro enfermo la poca privacidad que les quedaba. Serra falleció el 10 de octubre, acompañado por el “excelente” personal sanitario, pero sin la intimidad que Sedi deseaba para su adiós.
Ese dolor llevó a Sedi a tomar una decisión sorprendente. Donará toda su herencia al hospital para que los enfermos terminales puedan morir en paz, en habitaciones individuales. Su legado ya se siente en los pasillos de Son Llàtzer, donde pronto una placa conmemorará este gesto en la misma habitación 475.
Sedi, aún conmovida, recuerda cómo conoció a Gabriel en Gran Canaria en 1990. Él era marine, ella dirigía tiendas de lujo. Tres meses después de conocerse, ya eran marido y mujer. Su amor cruzó océanos y, aunque no tuvieron hijos juntos, formaron una familia que hoy honra la memoria de Gabriel con esta donación.
Una herencia que transforma el final de la vida
Sedi Behvarrad ha nombrado heredero universal de sus bienes al Servicio Balear de Salud (IB-Salut). Su deseo es que los fondos se utilicen para asegurar que los pacientes terminales puedan pasar sus últimos días en habitaciones privadas. “No quiero que nadie más pase por lo que vivimos”, ha señalado.
La viuda recuerda el tercer día de ingreso, cuando decidieron que ella haría este testamento y Gabriel, cuando mejorara, haría lo mismo. Lamentablemente, él no tuvo esa oportunidad. Sedi contactó con los servicios jurídicos del hospital y un notario para hacer oficial su última voluntad.
Aunque Son Llàtzer ya cuenta con habitaciones de últimos días, la gerencia adaptará la habitación 475 o creará un nuevo espacio gracias a esta herencia. Será un lugar donde la intimidad y la dignidad acompañen los últimos momentos de vida, cumpliendo así el deseo de la pareja.
Un gesto que quedará grabado en la memoria
Gabriel Serra murió con amor y cuidado, pero no con la privacidad que su mujer deseaba. Hoy, la habitación que asistió a su último aliento será un símbolo de solidaridad. La placa será testimonio para el que pase por allí de que la generosidad puede cambiar vidas incluso en el punto más lejano de una oscuridad profunda.
Sedi vestida de luto recuerda cada detalle de su historia de amor, desde la farsa de que Gabriel necesitaba ropa, exclusivamente para verla, hasta su viaje de novios en Lanzarote. Y a pesar del dolor reitera que cuando llegue el momento de partir, su gesto asegurará que las personas tengan una salida digna.